miércoles, 16 de marzo de 2011

Boulangerie

Si hay un lugar que adoro, son las panaderías. Entrar y sentir ese olorcito a pan recién horneado, me fascina. Ni hablar cuando tenemos la suerte de encontrar una que aún conserve el horno a leña. Sabía que L’épi era una de ellas.
Esta panadería, cuyos dueños son unos franceses muy famosos, queda, al menos para mí, un poco a trasmano, es por eso que no la visité antes.
El sábado estuvo nublado, lluvioso, y tuve la excusa perfecta para ir a comprar estas delicias. El viaje valió la pena apenas probé su pain au chocolat. Equilibrado, perfecto, ni dulce ni salado, espectacular!. Soy capaz de comerme una docena sin dudar!
Además traje algunas otras cositas y me quedé con ganas de más. Compré croissant, madelains, un budín de algarroba (exquisito!, un sabor diferente), unos pancitos de manteca, unas láminas con parmesano, y otros pancitos más. Muy rico todo.
Además tienen un sector donde venden delicatessen, como aceite de oliva, mermeladas caseras, etc.
Para suerte de muchos, me incluyo, claro, hace poco L’épi abrió una sucursal en el centro, lo que hará que pueda disfrutar más asiduamente de su excelente panificación.
Les recomiendo este precioso lugar con aire de otros lares pero bien cerquita.

L’épi queda en Rosseti 1769 (Villa Ortúzar) y Montevideo 1567 (Recoleta). Los lunes ambas sucursales están cerradas.-

martes, 8 de marzo de 2011

Tiempo de conservas




En esta época del año los ajíes están súper baratos, así que hay que aprovechar a hacer conservas. Es muy simple y sí ponés uno de estos ajíes sobre una tostadita rociada con poco de oliva, le rallás parmesano (o cualquier otro queso duro que tengas), tenés una brusquetta exquisita en unos pocos minutos. También están buenísimos para agregárselos a una pizza o a la pasta, junto con zuchinnis grillados y berenjenas asadas.
Se lavan bien los ajíes, se envuelven en papel aluminio, con unos granitos de sal marina y un chorrito de oliva, o nada, y se llevan a un horno bajo por 35 a 45 min. Se dejan enfriar, se les retira la piel (si están bien hechos sale muy fácil) y se van colocando en un frasco limpio, hermético y rociado con alcohol. Luego de poner algunos ajíes, le agregás aceite, que puede ser de oliva o girasol, ajo picado, granos de pimienta negra, laurel, orégano, y le puse también semillas de coriandro. Seguís con más ajíes, más aceite, etc, hasta completarlo. Lo guardás en la heladera y te dura todo el tiempo que tardes en consumirlo.
Es fácil, rico y lindo de encontrar en nuestra heladera.

Hallazgos



Desde siempre me gustaron mucho los libros. Me gusta el objeto y obviamente, me gusta mucho leer. Desde chica ya tenía muchos, pedía que me compraran libros para reyes y cumpleaños. En la adolescencia recuerdo haber empezado a leer a Cortázar, convirtiéndome en una gran fan suya. Antes de los 22 años ya había leído toda su obra. Después llegó Freud y textos más universitarios, pero tratando de tener siempre algún que otro librito en la mesita de luz. Cuando conocí  a mi marido,  empecé a conocer un montón de autores maravillosos. Carver, Salinger, Chéjov, Wolf, Capote, Fitzgerald.
Pero todo esto venía porque encontré un librito de cocina genial. No tanto por sus recetas o fotos, que son preciosas, sino porque es un libro de recetas que hizo mi abuela. Lo encontré en la casa de mis viejos y rápidamente me lo apropié!. Al parecer, hace algunos años, junto con la Maicena o el polvo Royal, venían unos pequeños recetarios con el objetivo de  ayudar a las florecientes amas de casa de los años 50´. Entonces, mi abuela juntó un par de ellos, los hizo encuadernar, y este libro a partir de ahora, pasó  a formar parte de mi pequeña e incipiente colección de libros de cocina. Todavía no tuve tiempo de probar las recetas, pero ya tengo algunas en mente para hacer, que cuando las cocine, se las paso.
Lo quería compartir porque me encanta encontrar estos objetos tan valiosos, y poder rescatar esas recetas con sabores y perfumes que tanto nos recuerdan a las cocinas de nuestras abuelas.